Sobre ser vulnerable...

Sobre ser vulnerable...

Hace algunas entradas compartí el TED talk de Brené Brown acerca de la vulnerabilidad, donde encontró que la gente más feliz tenía en común que también era la más vulnerable, la que era capaz de exponerse sin miedo a perder aún sabiendo que ese podía ser el resultado, la que era capaz de lanzarse a amar aún sabiendo que podía no ganar. 

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Así que pensé que quizá ese era el camino rápido a la felicidad, seguro no el menos doloroso, pero quizá el más rápido. Quizá si escribía una entrada acerca de lo que me hace sentir vulnerable, acerca de mis miedos, de mis inseguridades, quizá dejaran de atormentarme tanto, quizá les restara un poco de poder.  Algo así como en Harry Potter donde le hacían frente al Boggart (si no entendió la referencia, deténgase, vea todo Harry Potter y regrese….. ok no, pero véala después de terminar de leer).

Mientras les contaba a mis amigos sobre esta entrada, Dani nos preguntó a Javi y a mi que cuál era nuestro boggart, o nuestro mayor miedo. Javi, quien por cierto no recordaba esa parte de la película (exposed!), dijo que eran las culebras; luego Dani me hizo la misma pregunta, y sin dudarlo un segundo, mencioné a mi fiel amiga ‘la soledad’. 

Ella me ha mantenido en relaciones que restan más de lo que suman, limita lo que realmente quiero decir, me hace cuestionar mis decisiones, me roba la valentía. La soledad por lo tanto, me hace temer la falta de aprobación - no, yo no busco la aprobación de los demás, siempre que no lo desaprueben todo está bien -. Y entonces, la soledad hace que me abra menos a la gente, que comparta menos mis ideas, que no pida ayuda. Mi soledad es víctima y verdugo. 

Le temo a no tener relaciones significativas en mi vida, a perder a quienes tengo cerca, pero le temo igual a la desilusión y a la decepción, así que si no expongo mis sentimientos no me pueden lastimar... pero tampoco me acerco lo suficiente. Mi soledad es víctima y verdugo. 

Le temo a la soledad pero amo los nuevos retos, disfruto los nervios que producen empezar algo que no conozco, algo en lo que no tengo experiencia, algo que puedo conquistar y sentirme victoriosa. Esto me ha llevado a reinventarme una y otra vez en nuevas ciudades, donde la soledad es inevitable, y cada vez me prometo no volverlo a hacer. Y aquí estoy, de nuevo ad portas de otra aventura, otro empezar de cero, otro barranco a la soledad (casi).  Mi soledad es víctima y verdugo. 

Mi soledad ha limitado mi creatividad, porque la ciencia es exacta y el resultado es uno, ahí no hay pierde, no hay falla. Mientras que lo subjetivo está abierto a opiniones, está abierto a la desaprobación de la gente. Y si su desaprobación los aleja? Y si no cumplo sus expectativas y ya no quieren estar en mi vida? Mi creatividad, mi peso, mi ropa, mi manera de pensar, mi forma de hablar, el tono de mi voz, mi sarcasmo, la falta de sentido del humor, el exceso del mismo… 

Qué cansado se vuelve luchar contra lo inevitable. Así que mi manera de enfrentar mi miedo es abrazar mi soledad y buscar tanta desaprobación de quienes me rodean para: 1. saber que quienes me quieren de verdad sabrán quedarse a pesar de ello, 2. porque quizá de mucha desaprobación deje de temerle, 3. porque lograré pedir ayudar y construir las cosas que no he sabido hacer por mis miedos, y 4. entender que la soledad es un miedo irracional en mí, que nunca estoy realmente sola.

Enfrentar los miedos no es fácil, ellos presentan mucha resistencia, hay que estar dispuesto a aceptar el cambio. Yo lucho a diario contra lo que quisiera decir y lo que el filtro del miedo a la soledad termina diciendo. Mi propósito para este año es quitar ese filtro, una batalla a la vez. Lo invito a que considere cuáles son sus batallas, porque le prometo que lo que está del otro lado de ese Boggart, de ese miedo, hará su vida mucho más feliz.

Atentamente, Luisa.


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